Esta autora sostuvo recientemente una conversación con una profesora de enseñanza media preocupada por el estado del espíritu de muchos alumnos, a los que acompañará hasta la preparatoria. Según ella, hay una falta de “curiosidad intelectual” para que los alumnos se interesen en asuntos universales que no tengan efecto directo con sus notas escolares. También observó una “falta de entusiasmo” de los alumnos para informarse sobre el “año de servicio social” en el que los egresados de la preparatoria pasan un año trabajando como voluntarios en varios proyectos sociales que van desde el trabajo con jóvenes deficientes, inclusive en el extranjero, proyectos de paz y ayuda en la construcción de viviendas y hospitales en zonas de conflicto.
Al mismo tiempo, la prensa europea, en particular la alemana, le ha dado una amplia difusión a los “viernes del futuro.” Todos los viernes, sin importar el calendario escolar obligatorio, miles de jóvenes estudiantes se reúnen en marchas de protesta para vocear consignas sobre que el “apocalipsis de nuestro planeta” causado por el cambio climático está llegando y exigen que los políticos deben tomar medidas urgentes para “detener” el cambio climático.
La protesta cercana a la histeria se inició con la joven sueca Greta Thunberg, de 16 años, que convoca a los jóvenes a emitir alertas de pánico en la sociedad sobre el “apocalipsis” ineluctable (una de sus consignas favoritas es “Para qué estudiar, si estaremos muertos mañana”). Todo esto evidencia conceptos fundamentalmente distorsionados sobre la orientación futura de los jóvenes.
El mensaje del Sínodo de la juventud
Una voz que, intencionalmente, no fue oída ni suficientemente analizada en el debate mundial sobre la juventud fue el Sínodo de la juventud realizado en el Vaticano en octubre pasado, en el cual, por orientación del Papa Francisco, centenas de obispos, legos, especialistas y representantes de jóvenes de todo el mundo analizaron la cuestión crucial de cómo dar orientación a la juventud actual. Muchas de las ideas planteadas ahí se retomaron en la exhortación apostólica Christus vivit (Cristo vive), publicada por el Pontífice en marzo pasado.
El documento es optimista y movilizador. Analiza con ingenio lo que quieren los jóvenes de hoy, contrariando el pánico del ambientalismo radical vigente en buena parte de la juventud. “Los jóvenes quieren tener y buscan emociones poderosas,” afirma el texto. Sin embargo, ellos no las experimentan acumulando “objetos materiales, gastando dinero, persiguiendo desesperadamente las cosas de este mundo. Mucha de las ansias de los corazones de los jóvenes se pueden resumir en la palabra inquietud.” Así pues, afirma,
“Hablar de los jóvenes es hablar de promesas y hablar de alegría. Los jóvenes tienen mucha fuerza; son capaces de ver de frente con esperanza. Un joven es una promesa de vida que implica un cierto grado de tenacidad. Hay, sin embargo, una tentación que muchas veces refrena al joven, que es la ansiedad. Nuestros mejores sueños sólo son alcanzados con esperanza, paciencia y compromiso, y no con prisas. Al mismo tiempo, no debemos titubear, con miedo a arriesgar o a cometer errores”.
El Pontífice, por lo tanto, aconseja “correr riesgos, aunque esto signifique cometer errores.” Como ejemplo y modelo para los jóvenes, mencionó al cardenal vietnamita Francisco Javier Nguyen Van Thuan, quien, al ser encarcelado en un campo de concentración, se negó a cualquier cosa más allá de esperar el día de su liberación. Escogió “vivir el momento presente, ampliándolo hasta el borde del amor.” Decidió: “Voy a aprovechar las ocasiones que presentan todos los días; realizaré actos ordinarios de una manera extraordinaria… Este día de la Juventud puede ser el último de ustedes, y vale la pena el esfuerzo para vivirlo de la forma más entusiasta y completa posible.”
En referencia a un proverbio africano, “si quieres ir rápido, ve solo, si quieres ir lejos, ve acompañado,” agrega otra dimensión, la de la fraternidad, e insta a los jóvenes a no permitir que les “roben la fraternidad.” “Pido a los jóvenes que vayan más allá de sus pequeños grupos y construyan una “amistad social” en la que todos trabajen por el bien común.”
El documento señala que hoy muchos jóvenes están dispuestos a comprometerse en iniciativas de voluntariado, ciudadanía activa y solidaridad social, por lo cual necesitan ser acompañados e incentivados a usar sus talentos y habilidades de forma creativa, y a ser alentados a asumir sus responsabilidades. El compromiso social y el contacto directo con los pobres siguen siendo formas fundamentales para encontrar o profundizar la fe y el discernimiento de las vocaciones individuales. Observa, igualmente, que los jóvenes se preparan para entrar en la vida política, para construir el bien común: “Hoy, gracias a Dios, muchos jóvenes en parroquias, escuelas, movimientos y grupos universitarios, muchas veces, salen a pasar el tiempo con los ancianos y con los enfermos, a visitar pobres o a atender las necesidades de las personas en “noches de caridad”. Muchas veces perciben que reciben mucho más que lo que dan… Otros jóvenes participan en programas sociales que construyen viviendas para desabrigados, recuperan zonas contaminadas u ofrecen varios tipos de asistencia a los necesitados.”
En pontífice alienta a los jóvenes en ese esfuerzo de comprometerse socialmente, porque, “Sé que sus corazones jóvenes quieren construir un mundo mejor. Tengo noticias de muchos jóvenes del mundo que saldrán a las calles para expresar el deseo de una sociedad más justa e fraterna… Los jóvenes quieren ser protagonistas del cambio. Por favor no dejen que los otros sean los protagonistas del cambio… ¡Ustedes son los que empuñan el futuro! … Encima de todo, luchen por el bien común, sirvan a los pobres, sean protagonistas de la revolución de la caridad y del servicio, y sean capaces de resistir las patologías del consumismo y del individualismo superficial”.
Envolver diferentes generaciones para construir un mundo mejor
El Papa advierte que los jóvenes que trabajan con energía y dinamismo para un futuro mejor, en ocasiones son tentados a poner poca atención a la memoria del pasado de donde vienen, en particular, en los muchos regalos trasmitidos a ellos por su país. Por esto, resalta que “el mundo nunca se benefició, ni jamás se beneficiará, de una ruptura entre generaciones… Cuando existen relaciones intergeneracionales, una memoria colectiva está presente en las comunidades, pues cada generación retoma las enseñanzas de sus antecesores y, a su vez, deja un legado a sus sucesores. De esta forma, ellos proporciona marcos de referencia para establecer firmemente una nueva sociedad.”
El Papa destaca en esencia que no es posible llegar a la juventud de hoy y llevarla a descubrir su propio modo de vida por medio del “adoctrinamiento,” sino acompañándola activamente en el esfuerzo de construir un futuro mejor y descubrir su verdadera vocación:
“Para responder a nuestra vocación necesitamos estimular y desarrollar todo lo que somos. Eso no tiene nada que ver con inventarnos a partir de la nada. Tiene que ver con descubrir nuestros verdaderos “yos” a la luz de Dios y dejar nuestras vidas florecer y dar frutos… Su vocación lo inspira a traer lo mejor en sí mismo, para la Gloria de Dios y para el bien de los otros”.
Agrega que, en la vida de cada joven, “traer el bien de los otros, normalmente tiene que ver con dos cuestiones elementales: formar una nueva familia y trabajar.
Francisco convoca a los jóvenes a nadar contra la marea: “Sí, estoy pidiendo que ustedes se rebelen contra esa cultura que ve todo temporal y, en última instancia, cree que ustedes carecen de sentido de la responsabilidad, que son incapaces de sentir el amor verdadero.”
Pide que los jóvenes no escuchen las voces que afirman que el casamiento ya no está de moda, sino que opten por el casamiento, que se comprometan también con el trabajo, que es “una expresión de la dignidad humana, un camino de progreso y de inclusión social. Es un estímulo constante para crecer en el sentido de la responsabilidad y en las facultades creadoras, una protección de la tendencia al individualismo y a la gratificación personal.”
La juventud es un estado de espíritu
La juventud es más que simplemente un estado de tiempo, es un estado de espíritu, resalta el Pontífice, y recuerda que el Concilio Vaticano II habló de la “Iglesia como la verdadera juventud del mundo”. Observa críticamente que una Iglesia que está siempre a la defensiva, que pierde su humildad y que no “escucha a los otros,” sin dejar espacio para las preguntas, “pierde la juventud y se transforma en un museo. ¿Cómo entonces se podrá hablar responder a los sueños de los jóvenes?”
El papa brindó atención especial a los informes que recibió durante el Sínodo sobre las experiencias de los jóvenes:
“Los padres sinodales reconocieron con pesar que muchos jóvenes viven hoy en zonas de guerra y víctimas de la violencia en formas innumerables –secuestros, extorsión, delincuencia organizada, tráfico humano, esclavitud y explotación sexual, estupro en tiempos de guerra y así sucesivamente. Otros jóvenes, a causa de su fe, luchan para encontrar su lugar en la sociedad y soportar varios tipos de persecuciones, hasta el asesinato. Muchos jóvenes, sea por la fuerza o por la falta de opciones, viven cometiendo delitos y actos de violencia; niños soldados, pandillas de criminales armados, tráfico de drogas, terrorismo y así sucesivamente. La violencia destruyó muchas vidas jóvenes. El abuso y el vicio, al lado de la violencia y de los delitos, son algunas de las razones que llevan a los jóvenes a la cárcel, con mayor incidencia en ciertos grupos étnicos y sociales… Muchos jóvenes son tomados por ideologías, usados y explotados como carne de cañón o fuerzas de ataque para destruir, aterrorizar o ridiculizar a los otros. Otros sufren formas de marginalización y de exclusión social por razones religiosas, étnicas o económicas. Lloramos cuando pensamos en todos aquellos jóvenes que ya perdieron la vida a causa de la pobreza y de la violencia, y pedimos a la sociedad que sea como una madre cuidadosa”.
El lado negativo de nuestra cultura es que explota la imagen de los jóvenes. La belleza está asociada a una apariencia joven, a tratamientos cosméticos que esconden los vestigios de nuestro tiempo, afirma. “Algunos jóvenes huyen de la tradiciones familiares opresivas para un mundo globalizado. En sus familias viven un extrañamiento mutuo.”
Los dos lados de las redes sociales
El documento señala que internet y las redes sociales crearon nuevas formas de comunicarse y de relacionarse. “Ellas son una plaza pública donde los jóvenes pasan la mayor parte de su tiempo y se encuentran fácilmente, aunque no todos tengan igual acceso a ella, particularmente en algunas regiones del mundo. No obstante, proporcionan una oportunidad extraordinaria de diálogo, de encuentro y de intercambio entre personas, así como un acceso a la información y al conocimiento. Además de esto, el mundo digital es de compromiso social y político y de ciudadanía activa, y puede facilitar la circulación de información independiente, al mismo tiempo que proporciona protección efectiva a los más vulnerables y divulga las violaciones de sus derechos. En muchos países, internet y las redes sociales ya representan un foro firmemente establecido para alcanzar y envolver a los jóvenes, no sólo en iniciativas y actividades pastorales”.
No obstante observa el aspecto “negativo sobre la comunicación digital de hoy es que el ambiente digital es también soledad, manipulación, explotación y violencia, llegando al caso extremo de la “Deep Web”. Por lo tanto, las nuevas formas de violencia se esparcen por medio del bullying cibernético, e internet es también un canal de divulgación de pornografía y explotación de personas con fines sexuales o por el juego, “y grandes intereses económicos operan el mundo digital, capaces de ejercer formas de control y de manipulación de la conciencia.”
En el sínodo, 300 jóvenes de todo el mundo presentaron un documento que señala que “las relaciones en la red se pueden volver inhumanas, impedir la visión del otro y distorsionar la percepción de la sexualidad.”